La figura emblemática del Fórum, que debutó el 20 de septiembre y ofreció más de 60 presentaciones, ayer fue desarmada a un costado del Horno 3.
El protagonista es Luca, italianización de Lucas, que en latín significa “el que resplandece”, una marioneta gigante de 7 metros de altura y 800 kilos de peso.
La figura alude a ese niño perseguido por la resolana que Alfonso Reyes describe en su poema “Sol de Monterrey”, dice Vargas, director de Teatro Línea de Sombra, la compañía creadora del show.
“El horno es en la era contemporánea el sucedáneo de toda esa lucha del hombre con la naturaleza para modificarla a través del fuego. Partimos de ahí para hacer un homenaje al edificio y a la gente que vivió en esos 100 años de la industria del acero en Monterrey.
“Eso lo asociamos con el horno, con el motivo general del espectáculo y con el niño solar de Alfonso Reyes. Ese niño del poema del ‘Sol de Monterrey’. Ése que lleva la cisterna de luz adentro”.
Y es que Luca apenas tiene 14 años, una edad en la que el ser humano inicia su salida al mundo en búsqueda de su futuro, dice Vargas, miembro del Sistema Nacional de Creadores del Arte.
“La adolescencia es la generación que va a enfrentar los problemas que estamos heredando”.
Luca está inspirado en los títeres de hasta 12 metros del Royal de Luxe, compañía francesa de teatro callejero fundada en 1979.
A las llamas y efectos de iluminación se suman una vida marina, historias de migrantes, música, ópera y efectos de sonido, todos elementos que giran en torno a los cuatro ejes que dan universalidad al Fórum: diversidad cultural, desarrollo sostenible, paz y conocimiento.
“Hay un momento donde vemos a Luca frente a la esfera, la del conocimiento, y el video pasa una secuencia de imágenes alrededor de descubrimientos y avances científicos, pero también de imágenes de pobreza, de marginación.
“Es el alegato en el sentido de que no puede haber conocimiento, si no hay acceso total al conocimiento. No puede haber una armonía en el conocimiento, si no todos tenemos acceso a la educación”, enfatiza Vargas sobre el espectáculo, equivalente al que la compañía catalana La Fura dels Baus montó en el Fórum Barcelona 2004.
La duración es de 20 minutos. Previamente, una cuenta regresiva de 15 minutos ingresa poco a poco al asistente a la reflexión de “La Fragua del Mundo” en medio de números y estadísticas sociales.
“Yo quería crear al principio un espacio en lo que se reunía la gente donde el horno empezara a respirar, como el aliento del dragón cuando está dormido.
“Es un juego muy contemporáneo. El mundo se mueve por estadísticas, cifras. La cultura se ha convertido como en estas cápsulas de conocimiento inmediato”.
El misterio que envuelve el espectáculo finaliza con el encuentro entre Luca y Prometeo, la figura que en la mitología griega es amigo de los mortales, quien es castigado por robar el fuego a los dioses y regalarlo a los humanos para su uso.
Envuelto en llamas, un Prometeo futurista, metálico y robotizado se encarga de guiar al niño gigante, quien camina lentamente, movido por una grúa, hacia la esperanza de un mundo mejor, en medio de una multitud expectante y custodiado por aves de la paz.
De fondo musical, “Imagine”, canción compuesta por John Lennon en un momento en que la humanidad comenzó a preguntarse por la paz, explica Vargas
El protagonista es Luca, italianización de Lucas, que en latín significa “el que resplandece”, una marioneta gigante de 7 metros de altura y 800 kilos de peso.
La figura alude a ese niño perseguido por la resolana que Alfonso Reyes describe en su poema “Sol de Monterrey”, dice Vargas, director de Teatro Línea de Sombra, la compañía creadora del show.
“El horno es en la era contemporánea el sucedáneo de toda esa lucha del hombre con la naturaleza para modificarla a través del fuego. Partimos de ahí para hacer un homenaje al edificio y a la gente que vivió en esos 100 años de la industria del acero en Monterrey.
“Eso lo asociamos con el horno, con el motivo general del espectáculo y con el niño solar de Alfonso Reyes. Ese niño del poema del ‘Sol de Monterrey’. Ése que lleva la cisterna de luz adentro”.
Y es que Luca apenas tiene 14 años, una edad en la que el ser humano inicia su salida al mundo en búsqueda de su futuro, dice Vargas, miembro del Sistema Nacional de Creadores del Arte.
“La adolescencia es la generación que va a enfrentar los problemas que estamos heredando”.
Luca está inspirado en los títeres de hasta 12 metros del Royal de Luxe, compañía francesa de teatro callejero fundada en 1979.
A las llamas y efectos de iluminación se suman una vida marina, historias de migrantes, música, ópera y efectos de sonido, todos elementos que giran en torno a los cuatro ejes que dan universalidad al Fórum: diversidad cultural, desarrollo sostenible, paz y conocimiento.
“Hay un momento donde vemos a Luca frente a la esfera, la del conocimiento, y el video pasa una secuencia de imágenes alrededor de descubrimientos y avances científicos, pero también de imágenes de pobreza, de marginación.
“Es el alegato en el sentido de que no puede haber conocimiento, si no hay acceso total al conocimiento. No puede haber una armonía en el conocimiento, si no todos tenemos acceso a la educación”, enfatiza Vargas sobre el espectáculo, equivalente al que la compañía catalana La Fura dels Baus montó en el Fórum Barcelona 2004.
La duración es de 20 minutos. Previamente, una cuenta regresiva de 15 minutos ingresa poco a poco al asistente a la reflexión de “La Fragua del Mundo” en medio de números y estadísticas sociales.
“Yo quería crear al principio un espacio en lo que se reunía la gente donde el horno empezara a respirar, como el aliento del dragón cuando está dormido.
“Es un juego muy contemporáneo. El mundo se mueve por estadísticas, cifras. La cultura se ha convertido como en estas cápsulas de conocimiento inmediato”.
El misterio que envuelve el espectáculo finaliza con el encuentro entre Luca y Prometeo, la figura que en la mitología griega es amigo de los mortales, quien es castigado por robar el fuego a los dioses y regalarlo a los humanos para su uso.
Envuelto en llamas, un Prometeo futurista, metálico y robotizado se encarga de guiar al niño gigante, quien camina lentamente, movido por una grúa, hacia la esperanza de un mundo mejor, en medio de una multitud expectante y custodiado por aves de la paz.
De fondo musical, “Imagine”, canción compuesta por John Lennon en un momento en que la humanidad comenzó a preguntarse por la paz, explica Vargas
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