Las pintas de graffiti realizadas en propiedades particulares o públicas del estado podrán ser motivo no solo de tres años de cárcel, sino de que el ministero público comenzara un proceso de oficio en contra de quienes incurran en esta conducta. El tema de fondo es considerar al graffiti como delito
Ante este tema se debate en estos días, en considerarlo como legal o ilegal, verlo como arte o como vandalismo, lamentablemente la balanza se inclina más a que el graffiti sea visto como algo ilegal, hay quienes argumentan que los legales son los que piden permiso para pintar, estos son los llamados graffiteros artistas y manifiestan que su objetivo es plasmar lo que piensan y lo que sienten es su forma de expresar. Los ilegales, que son la mayoría, son aquellos que literalmente hacen un pequeño comando que trabaja de noche y cada uno tiene su función: uno vigila y echa aguas por si viene alguien, otro se coloca para poder alcanzar ciertos lugares para pintar. Lo toman como un reto".
En esta cuestión se debate el circulo vicioso de poder percibirlo de una manera diferente, es cuestión del punto de vista del que queramos verlo, lo cierto es que el graffiti siempre va acompañado de su condición transgresora, extralimitada, combativa. Es este carácter, lo que consitutuye su esencia que es su ilegalidad.
El graffiti es una estrategia popular (no la única ni privilegiada) de desocultamiento, de desmitificación de un supuesto orden natural en la sociedad. El principal objetivo, el que impulsa a los escritores a pintar en las paredes, trenes o similares, es la necesidad común a cualquier tipo de arte: La necesidad de expresar con la suma de otra razón: La búsqueda de reconocimiento, salir del anonimato, de la masa, dejar constancia en nuestro paso por el planeta tierra . Pero no se trata sólo de eso, hay algo más...La función territorial dentro de las grandes ciudades constituyen otra causa (la gran urbe contemporánea que no se siente como propiedad sino como propietaria del individuo).
Efectivamente, un bote de spray no es un arma y un escritor de graffiti no es ni un terrorista ni un drogadicto, en contra de lo que muchos puedan pensar. Quizá se ha dedicado demasiado dinero y recursos, y al igual que sucedió en Nueva York se inicie una campaña parecida a la de 0 tolerancia aquí en Nuevo León, pero al final se intenta quitar un síntoma sin saber cuál es la enfermedad, solo paliativos que al final de cuentas se traducirá más adelante con otros nuevos brotes y quizá este nuevo vandalismo ya no sea tan pasivo como el graffiti.
Comentarios